Hay ciertas cosas las cuales uno ignora por el simple hecho de que a uno
no le interesan, o porque está el temor de que le afecte a uno sin saber las
consecuencias que traerá consigo; odio, temor, tristeza, confusión,
sentimientos de desamparo, etc. Pero de cierta manera siempre han existido
elementos, o fenómenos de diversos tipos, que nos rodean continuamente sin que
nosotros nos demos cuenta de ello. Ejemplos de estos fenómenos pueden ser de
naturaleza mística, como espiritual, o algo desconocido que nadie sabe sobre
ello, por lo cual no le interesa a nadie. Pero cabe recalcar que siempre hay
fenómenos que uno puede que no conozca, pero pueden tener mucho más importancia
que uno mismo.
Este es el caso de una entidad desconocida llamada “Simma-lok”, entidad
que es especial, porque no tiene una forma definida, generalmente no se
manifiesta en condiciones especificas como el resto de los fenómenos mundanos
conocidos. Esta entidad existe y a la vez no existe, por lo que solo un grupo
selecto de hombres y mujeres conocen un poco sobre él. También llamado el
buscador de los viajeros solitarios, que es más un cazador que un buscador,
porque suele verse aparecerse en cualquier lugar del mundo, incluso espacio,
frente a viajeros solitarios no importando sus rumbos predestinados.
La
siguiente historia es uno de los ejemplos más claros de este fenómeno:
Existe un poblado en las lejanías de cualquier ciudad aparentemente
poblada, un pueblo compuesto por no más de dos familias grandes, una plaza en
su centro y una tienda que abastece a su diminuta población. Es curioso, porque
en ningún mapa, incluyendo digitales, aparece que existe, su conexión al
exterior es un largo pero angosto camino de tierra que conecta a la carretera,
pero no es un camino común y corriente, por el hecho de que solo uno puede
entrar a ese camino cuando a uno se lo enseñan, si no es así, nunca se podría
encontrar aparentemente. Una camioneta sale de vez en cuando a la ciudad a
reabastecerse con suministros para la tienda y negociar artesanía de greda y
cuero hechas artesanalmente en esa localidad tan misteriosa.
Un
día como todos, sin muchas novedades, en la carretera tan solitaria como
siempre, un viajero caminante, cargado con una mochila repleta de artículos
para aventureros, caminaba con gran tranquilidad por la vereda del camino, sin
un rumbo fijo, solo se dedicaba a caminar, cosa que a muchos es una actividad
considerada un lujo para la gente que trabaja en oficinas en las grandes
ciudades. Debieron ser alrededor de las seis de la tarde, era verano, por lo
que la puesta de sol se acercaba cada vez mas a su punto culminante, donde la
gran estrella que nos da vida se esconde a descansar, y toma su turno el gran
satélite llamado Luna que nos deleita con su hermoso brillo, junto a las estrellas
que están por llegar, lo cual nuestro viajero para ese momento, coloca su mano
en un bolsillo de su chaqueta empolvada para sacar un cigarrillo y un
encendedor, coloca en su boca el cigarro, y enciende el encendedor, procediendo
a prenderlo. Comienza a caer el gran círculo amarillo, dejando una estela de su
gran color en las nubes, tiñéndolas de un rojo tan vivo como su tranquilidad.
Las montañas comienzan a acobijar al sol, al son de la luna que comienza a
despertar de su sueño para tomar el lugar del cansado durmiente ya acobijado,
una imagen que vale la pena darse el tiempo de contemplar.
El
caminante, sentado en una roca, prende un segundo cigarrillo, pensando en donde
pasar la noche, cosa de solo observar y analizar el punto preciso para construirse
un refugio de circunstancia, cuando en el momento de golpear con su dedo el
cigarrillo, para que parte de la ceniza acumulada caiga al suelo, se fija de
que un pequeño insecto se encuentra al frente de el. Nuestro personaje es muy
curioso con los animales en general, cosa que caracteriza a este tipo de
viajeros, por lo que naturalmente se acerca a el, lentamente se inclina aún
sentado en la misma roca hacia el espécimen en cuestión, y se da cuenta de que
no lo puede reconocer, sorprendente para el viajero, por lo que al acercarse
más se fija de que el animal en cuestión lo observa fijamente, sin moverse, ni
por el viento que continuamente va creciendo al son de los cantos de los pocos
grillos que estaban en la zona.
El
aparente insecto era similar a un escorpión, pero tenía un cuerpo de arácnido,
con pelos en sus patas y su cuerpo de un caparazón tan hermoso como los
escarabajos asiáticos que son utilizados en exhibiciones de museos de historia
natural. No mostraba ninguna señal de agresividad, ni de alerta, solo miraba
fijamente al viajero encima de una pequeña rama seca con sus pinzas hacia
adelante en actitud similar a cuando una persona ofrece algo, lo cual nuestro
viajero un poco extrañado por este singular animal estira su dedo índice hacia el
insecto en cuestión. En el momento que pudo tocar con la punta de su dedo la
pinza derecha del animal, este reacciona y de una fracción de segundos, y sin
que nuestro personaje se diera cuenta, apretó su dedo con una suavidad
sorprendente y desapareció en menos tiempo que un parpado se cierra y se abre,
provocando una leve sensación de confusión en el viajero, pensando naturalmente
que se trataba de su imaginación haciendo una mala broma. Fue entonces donde
todo comenzó.
La
noche se hizo cada vez más oscura, y no porque de un momento a otro las nubes
gobernaron los cielos, todo al contrario, desaparecieron, de la misma manera
que las estrellas, y poco a poco la querida luna comenzó a perder su brillo,
dejando solo unos metros de visión a la victima de estos sucesos extraños. Los
sonidos que rodeaban a este asustadizo personaje comenzaron a silenciarse poco a poco, a tal
punto que solo escuchaba sus propios latidos tan acelerados por la adrenalina
que surgía poco a poco, su respiración que a la vez que mas eran frecuentes,
mas eran irregulares, sus pasos que producto a su extrema confusión de su
situación acompañado del miedo que este mismo producía poco eran de ellos, y
todo esto, seguidos de unos pasos que no eran provenientes de sus pies.
Los
que saben de estos fenómenos, un puñado de gente entre todo el mundo que
tampoco sabe tanto como uno desea, llama a este fenómeno con el nombre de
“sajin-kat”, que es el manifiesto de una entidad desconocida sobre uno en
particular.
El
viajero asustado escucha solo unos pasos, a su lejanía, acercándose hacia el,
lentamente puede oír como se acercan poco a poco hacia el, solo que esos pasos
no eran de una persona, eran de otra
cosa, y eso era lo que le preocupaba a nuestro individuo. Su cuerpo no se podía
mover, estaba completamente paralizado, su rostro giro de manera automática
hacia el punto donde se originaban esos misteriosos pasos, sus ojos estaban
completamente abiertos, y solo parpadeaba lo que fuera necesario, porque
tampoco los podía mantener cerrados.
Debieron pasar unos minutos, y los pasos no debían estar a más de veinte
metros, que lentamente un paso sobre otro, y continuamente de esa manera. En
ese punto fue, cuando comenzó a sentir un hedor desconocido para eso, un hedor
que no era desagradable, pero tampoco agradable, un hedor que en ese punto solo
eso existía para las narices del inmovilizado. Fue cuando pudo ver una silueta
a lo lejos, porque la noche no podía ser mas oscura, a causa de un pequeño
destello de luz que emanaba la luna.
Luego de un par de minutos, siente como esa deidad estaba a no más de
diez metros, fue entonces cuando su cuerpo se relaja internamente, su corazón
desacelera hasta un punto donde nunca había estado mejor, su respiración estaba
muy controlada, aun para un fumador como el. Aún así su estado mental no había
cambiado nada, por lo que el horror que el sentía solo se dedicaba a crecer y
crecer, tanto como su necesidad de saber que era lo que ocurría a su alrededor.
Unos cuantos segundos después cuando el fenómeno desconocido estaba a no
más de cinco metros, nuestro viajero se dio cuenta de que era una silueta
similar al de una persona, con un sombrero y un abrigo largo que caía hasta sus
pies, en ese momento, entre la oscuridad pudo observar como un aparente brazo
surgía en la oscuridad, apuntándole con un dedo haciendo el gesto clásico de
“sígueme”. Dio media vuelta y desapareció en la oscuridad, fue en ese momento
donde a nuestro protagonista se le cerraron los ojos, e involuntariamente
comenzó a dar un paso sobre otros, un paso, otro y otro, sin un rumbo
predestinado hacia adelante. Su estado de confusión estaba a tal punto que
bordeaba los límites al mundo de la locura y del caos mental, pero el solo se
dedicaba a dar un paso sobre otro, de manera involuntaria, los pies no los
sentía, ni una pizca de dolor, de cansancio, nada, solo un paso tras de otro.
Debieron pasar unos treinta minutos calcula nuestro viajero, hasta el
punto donde se detuvo. Fue entonces donde pudo abrir lentamente sus ojos, su
cuerpo comenzó a tener respuestas voluntarias, sus manos entumecidas por la
inmovilidad comenzaron a moverse y a apretarse con forma de pucho a causa de la
rabia que existía en el, sus pies los volvió a sentir, pero de una manera como
si no hubiera caminado todo lo que camino, su ritmo cardiaco se acelero
volviendo a la normalidad, tanto como su respiración, en resumen sintió que su
cuerpo volvió a la realidad, aunque lamentablemente su exterior no era el mismo
que el anterior. No escuchaba nada, solo sus pasos y ningún ajeno, el hedor
había desaparecido, pudo sentir el olor a tabaco que estaba en su ropa, sus
ojos pudieron captar que la luna había vuelto a como era antes, al igual que
las estrellas, el viento que soplaba ligeramente por sus mejillas y su cabello
que danzaba al compas del viento. Frente a el se encontraba un camino, de
tierra, como si no se hubiera usado en cientos de años, unos cuantos arboles
viejísimos estaban repartidos al azar por el paisaje, unos arbustos
completamente secos a los costados, no se hallaba ninguna señal de vida además
de el, y a lo lejos, se podía distinguir que entre unos valles al aparente
final del camino, unas cuantas edificaciones de antaño se encontraban en ese
lugar. El viajero había aparecido en el pueblo que nadie conoce y que al parecer
no quiso ser conocido.
En
su bolsillo de la chaqueta introduce su entumecida mano, tomando un cigarrillo
junto a su encendedor, encendiéndose frente al cigarro que vibraba en compas
con su propietario. En ese momento sintió que la única opción que le quedaba
era de caminar a buscar ayuda con la esperanza de encontrar a alguien, en
especial alguien que le creyera lo que le acaba de suceder. Mientras más se
acerca al lugar, un extraño escalofríos subía por su columna, y guiado por la
luz de la noche y su encendedor, entró a las calles del misterioso poblado.
Casas de antaño, abandonados de siglos por su apariencia siniestra, todo era
tan opaco como los famosos pantanos embrujados que le contaba su madre cuando
era solo un niño. Las ventanas cerradas, una que otra estaba trisada o
quebrada, las rejas de los jardines completamente oxidadas, con ese anaranjado
oscuro característico del fierro viejo en esas condiciones como estaban en los
jardines, y los mismos jardines aparentaban la misma condición e incluso ese
color de los fierros oxidados. Las calles no contenían basura, ni presencia de
vida como excrementos de animales, rodeada por las siniestras casas que la
rodeaban. Mientras el viajero sorprendido y con una atención de explorador
comenzaba a intentar reconocer algo que le pudiera servir para su ocasión,
observando a través de las ventanas, pudo divisar que al final de la muy corta
y angosta calle se encuentra una camioneta antigua chocada violentamente por
delante, y colocada de tal manera que dejaba inaccesible hacia el otro lado,
ese lado que era la plaza, por lo que nuestro protagonista se acerca a
investigar. La cabina vacía, los asientos traseros vacios, nada de novedoso,
salvo que entre la chatarra pudo ver que en el centro de la plaza, se encontraba
una paca en muy buenas condiciones al contraste de su alrededor, con una vela
anaranjada encendida sobre el asiento, cosa que provoco un deseo increíble al
caminante, para ponerlo a pensar como cruzar al otro lado antes de que el
viento apague la vela. Coloco su mano con un gesto de pensativo sobre su boca,
y a su costado, la tienda del pueblo tenia ligeramente su puerta abierta, por
lo que procedió a investigar y buscar una puerta hacia el otro lado.
“Hola”, fue lo que dijo al entrar en la dependencia, pero como el
suponía, no tendría respuesta en un lugar tan solitario como ese. Lo primero
que se dio cuenta es que el se encontraba en la bodega, por consiguiente, la
posible puerta trasera de la tienda. Polvo, mucho polvo, unas cuantas telarañas
esperando años y años a su presa, la bodega contenía unas cuantas cajas con
suministros, entonces cuando introdujo la mano y tomo una lata de conservas que
había, se dio cuenta de lo ilógico que se estaba transformando su alrededor,
estaban por peso vacías, sin etiqueta, ni año de elaboración ni vencimiento;
estas eran solo unas cuantas latas, cosa que no sorprendieron para mucho.
Procedió a levantarse, y cuando levanto su pie para dar otro paso, fue entonces
cuando una lata calló, haciendo un ruido de algo metálico dentro de una lata,
procedió a tomarla y agitarla para comprobar que puede ser, cosa que resulto
que era solo distinguible lo metálico. Debía buscar algo para abrir la lata,
podría ser algo útil pensó el, por lo que al pasar los baños para clientes
entro al sector de la tienda misma, donde a su costado estaba la caja
registradora abierta, sin señal de forcejeo. La tienda estaba completamente
vacía, tanto en objetos como en vida, sin nada interesante que ver, menos la
puerta principal, que daba hacia la plaza, por lo que automáticamente se
dirigió a ese lugar y procedió a
dirigirse a su destino.
Los
vientos de las colinas verdes ya se sentían muy lejanas y se podían recordar
con nostalgia, tanto como los aromas de las flores, algún perro o pájaro que
venía siempre a hacerle a uno compañía. En cambio solo era oscuridad, y el
deseo de llegar a ese único foco de luz que se encontraba en ese lugar. La
plaza era cuadrada, con unos juegos infantiles en su alrededor, tan oxidados
por el tiempo, como los posibles recuerdos de los niños ya pasados en los
tiempos actuales. El centro de la plaza era muy simple, en el centro una fuente
seca, de una escultura de mármol con diseños similares a los góticos pero como
si fueran hechas por una secta religiosa muy oculta de la sociedad, frente a
ella la banca con la vela anaranjada encendida, y en su alrededor tres arboles
formando un triángulo equilátero.
El
viajero solitario camina hacia la banca, frente a la fuente tan terrorífica, y
ve que la vela no llevaba mucho de encendida, aun así no sintió presencia de
alguien que lo estuviera siguiendo, o lo estuviera observando. Al costado de la
vela, había una pequeña nota, cortada de un periódico antiguo con una extraña
escritura que no podía distinguir, pese al idioma irreconocible y a que el
lápiz con el que se escribió tuvo que ser de tinta antigua, al girar la nota
vio que había un texto pero en su lenguaje, escrito con un bolígrafo moderno, y
la nota decía de la siguiente manera:
“No lo sientas, porque te tentará. No lo mires, porque te absorberá. No lo escuches, porque te engañara. No corras porque te atrapara.”
“No lo sientas, porque te tentará. No lo mires, porque te absorberá. No lo escuches, porque te engañara. No corras porque te atrapara.”
El
escalofrío que tuvo en ese momento fue tan fuerte que le llego a paralizar por
unos cuantos segundos, además de su confusión porque no sabía a qué se refería,
a porque una vela y de color anaranjado estaba encendida, y a porque del todo,
ya no podía aguantar más, pero solo su impulso de sobrevivencia lo hacía estar
lúcido, en lo que su condición mental se lo permitía. Hasta que otra vez el
fenómeno “sajin-kat” volvió a aparecer, pero de una manera distinta.
La
noche comenzó lentamente a oscurecerse como antes, solo que la luna iba
destinada a apagarse completamente, el hedor volvió, y escucho los pasos que se
acercaban a la lejanía, pero a diferencia de la vez pasada, el viajero se podía
mover, nada lo inmovilizó. Solo la vela anaranjada le daba luz a un radio de
solo un metro, por lo que entre su pánico, absorto por el color de la vela,
procedió a sentarse al costado de la vela, donde estaba el papel que lo
sostenía en una mano, tomo su último cigarrillo, y con la misma vela lo
encendió. Comenzó a fumar, esperando al ente que siempre se acercaba a lentos
pasos, pero no con miedo, tampoco con rabia, si no con curiosidad, entonces con
su tranquilidad procedió a esperar. No tardo mucho para que pudiera divisar la
silueta el hombre con sombrero y con un largo abrigo que le llegaba hasta los
pies.
La
entidad al estar a un par de metros, fuera del rajo de la luz de la vela, se
quedo inmóvil, de pie en frente del pobre lunático tranquilo sentado en la
banca con una vela en una mano, un papel en la otra, y un cigarrillo en su
boca. En ese punto fue donde la silueta estiro un brazo, y al acercarse más y
más a él, pudo ver que la mano estaba cubierta con un guante de cuero
antiquísimo, no se veía nada debajo de la ropa de la entidad, la mano tomo una
forma de pedirle la mano al hombre sentado haciendo el gesto de pararse de la
silla. El caminante cautivado por el gesto lleno de generosidad tomo la mano y
se levantó, con una vela en una mano, un papel en la otra y un cigarrillo en su
boca. En ese punto acercó la vela para ver que era, y entonces la cara de
curiosidad del viajero cambio rotundamente a la de un maniático esquizofrénico
con tendencias paranoides en uno de sus violentos episodios.
Solo pudo ver entre sus ropas el rostro más horrible que él se pudo
imaginar. La forma de la cara era indefinida, no tenia simetría, estaba hecha
un caos, no tenia piel, ni músculos, ni huesos, era simplemente un caos de algo
que quiso ser cara, como si fuera un ser del infinito espacio exterior, ni
siquiera un niño podría imaginarlo, raro no sería la definición correcta,
tampoco bizarro, porque es demasiado lo que el pobre hombre presenció, lo único
que se pudo distinguir son unos orificios que contenían diminutos ojos en
ellos, cinco orificios esparcidos por lo que se le puede llamar cara, la base
de la cara era parecido a un vórtice hacia otra dimensión pero de órganos nunca
antes vistos, todos pálidos con toques verdosos y anaranjados, infectados en
apariencias. Más no es capaz de describir.
Al
quedar absorto con la imagen que el tuvo que lamentablemente presenciar,
comenzó a escuchar a lo lejos de su imaginación, murmullos, murmullos, y poco a
poco, gritos, chillidos, llantos, sonidos de cosas quejándose, de este mundo, y
de otros mundos, sonidos de metales chocando entre si, tiros y cañonazos, sonidos extravagantes,
maquinaria tanto moderna como antigua,
sonidos de esa índole pero de otros mundos no conocidos. En ese momento
lo comprendió.
Comprendió que era esa entidad, a que venía, porque a él, ya tenía todo
lógica. La entidad soltó al viajero, y al hacerlo, el viajero le pidió que
quería volver. Entonces la criatura no tomó en brazos, y nunca más se supo del
lugar, del viajero, ni de la criatura.
En la roca donde el contempló la puesta de sol, se encontraba una vela
anaranjada a medio consumir, una lata de conservas sin etiqueta abierta, y en
su interior un pequeño reloj, sin minutero ni horario, de extremada antigüedad,
que aún hacía su tic-tac como en sus tiempos de oro.
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